Hemos de nombrar a los incubos y sucubos, y para comprender en toda
su extensión las relaciones estrechas que los demonios tienen aparentemente con los seres humanos, el porque los exorcismos
han tenido tan gran proliferación, es necesario saber que son los incubos.
Los incubos son los demonios que seducian
a las mujeres. Se refiere de ellos que cumplian el acto carnal sin producir a la victima verdadero goce, ni aun cuando el
incubo tomase la forma del ser querido. Debido a esto, precisamente muchas jovencitas se defendieron de haber perdido su castidad,
afirmando que su seductor no habia sido otro que el diablo y no un hombre de carne y hueso.
El espasmo venereo, en
tales casos, determinaba una fuerte eyaculación seminal que la mujer experimentaba como si penetrase en su interior una violenta
corriente de aire helado, y distinguia al incubo una potencia extraordinaria que le permitia repetir el coito en un numero
ilimitado de veces.
Los demonologos no estan de acuerdo en el carácter del padecimiento exento de placer que concurre
en el coito verificado con la mujer por el incubo, y muchos creen que el acto carnal ofrece una complejidad muy grande y una
experimentación intensa de emociones compuestas que no puede producir ni el hombre mas vigoroso y acostumbrado. Asimismo,
los preludios se distinguen por una mayor lascivia y el termino lleva el placer de la mujer poseida hasta los limites del
delirio erótico.
Todo esto demuestra que nunca hubo identidad en los casos y que en unas mujeres era inaudito desbordamiento
de deleites eróticos, mientras que en otras resultaba mas bien tormento mas o menos tolerable.
Bien pudiera ser ambas
cosas a la vez, teniendo en cuenta que el incubo ofrece la particularidad de tener el miembro viril bifurcado, de manera que
una de las ramas ocupa la cavidad vaginal, introduciendo la otra en el ano, duplicación del goce que a ciertas incubadas les
resultaba el colmo de todo placer.
Una de las cuestiones mas debatidas en otros tiempos, fué si dichas uniones podian
ser o no fecundas. Dijose que una condición del placer era la esterilidad, pero el parecer contrario tambien se impuso, y
ciertamente una vieja superstición prueba que ciertas figuras prominentes de la Historia deben la vida a un padre incubo,
incluyendo en este caso a Alejandro Magno, Escipión, Cesar Augusto y otros.
La creencia en los incubos se remonta
a fechas muy antiguas, siendo conocidos ya entre los galos con el nombre de Drusios. San Agustin afirma, refiriendose a los
atentados de los incubos, que seria imprudente negar un hecho tan establecido. Los hebreos remontaban su origen a los tiempos
de los primeros hombres. En la Edad Media nadie dudaba de la existencia de los incubos, y muchas obras de esa epoca ignorante
y supersticiosa, tratan de ese asunto como de algo asaz conocido.
Naturalmente no todos los casos de incubismo son
reales. Muy al contrario, puesto que casi siempre se trata de alucinaciones y deseos eróticos, aunque es posible que haya
en todo ello un fondo de realidad, cuyos misterios poseia la Goecia, y aun en esta época el Satánismo recurre en muchas ocasiones
al incubo para perpetrar sus actos cargados de erotismo.
Incluimos una oración descrita en diversos grimorios, mediante
la cual se "Invocaba" a Satánás con deseo de Lujuria:
¡Acude, Oh Gran Señor de los Abismos, y manifiesta tu presencia!
Yo he concentrado mis pensamientos en el resplandeciente pináculo que brilla con la lujuria que crece con el deseo. Envia
a tu mensajero de incontables deleites voluptuosos y permite que las obscuras visiones de mis deseos obscenos tomen forma
en proezas y hechos futuros. De la Sexta Torre de Satánás llegará un Signo que conmoverá mi interior y moverá mi carne a su
compás. Yo he reunido y preparado ya mis ornatos de lo que ha de ser, y la imagen por mi creada, se remueve como un tremendo
basilisco que espera ser soltado.
La vision se tornará realidad y, a través del alimento dado por mi sacrificio, los
ángulos de la Primera Dimensión, se convertirán en la sustancia de la Tercera. Sal del vacio de la Noche, Luz del Dia y penetra
esta mente que responde con pensamientos que conducen a los Senderos de la Lujuria mas desenfrenada.
¡Oh Satánás!
¡Oh Lilith! ¡Oh Lucifer! ¡Oh Genios Infernales y Principes del Averno! Inflamad mis deseos sexuales, y haced
que los mismos, tengan feliz cumplimiento y plena satisfacción! ¡Loado sea Satánas, Señor de los Abismos!
...somos tan solo un momento en el tiempo...
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